HUMANO, DEMASIADO HUMANO...


Nuestro paso por la vida en materia, deja huella...

Laura in límine.
Ich es Mayäe // Agosto de 2007

-Arriba de muchas familias, uno y hasta dos tinacos.
Otras utilizan tambos, cisternas, cubetas…
Algunas disponen de ríos, pozos o presas…-

De distinta manera estamos constantemente creciendo o asumiendo retos. Pero, en mi caso como el de muchos y muchas más, el más grande es mi familia. Es duro pero así es. Si bien verdadero, no sinónimo de odio pese a lo difícil de esa experiencia de encuentros y desencuentros. Es que yo ya me hastié de ese juego perverso.

La verdad estaba muy molesta con todos por la última reunión de Diciembre, pero ya no. Estoy tranquila porque a tiempo tomé una decisión. De hecho, quise confrontarme con Ella para explicarle algunas cosas y mi nueva posición, pero mi sorpresa fue mayor porque, vuelta a ese vivén de amor-dolor, el tema central no fui yo sino Laura. Con sólo 15 años estaba hospitalizada, incomunicada… “Intento de suicidio”.

-Qué noticia, no me sorprende.

A colación una anécdota…

Durante unas semanas o más, estuvimos percibiendo un olor extraño en el agua con la que nos bañamos y lavamos nuestros dientes, preparamos alimentos, lavamos las verduras y los trastes, la ropa. Sólo decía:

-El agua ésto u lo otro. El agua cada día peor; huele raro, indigno servicio de agua enlodada, bla, bla, blaaaa.

Ya había días en que la indigestión, los mareos, el dolor de cabeza y el malestar en el cuerpo eran incomprensibles. Vómito y diarrea. Me fui enfermando primero del estómago hasta que bajaron mis defensas: Mi abdomen hinchado. Me engripé. Ésta infección de la garganta no sanaba; a veces lloraba de un dolor indecible al pie de la cama ¿Quién me quiere hacer daño? pensaba… repensaba… ¿Servían las medicinas?

-¿Por qué no subes a ver el tinaco?
-¡No!, ve tú. Hoy no me siento bien… estoy enferma.
-¡Já! Y yo ¿por qué?... Yo también me siento igual.

Una mañana finalmente. ¡Adivina!…


Imagina, por al menos dos meses o quien sabe si más, estuvimos tomando agua de rata putrefacta. Pero no era sólo una, a siguiente vistazo se hicieron dos, muy despacio tres, después en lo inverosímil ya sumaban cuatro para que finalmente en el agua, cinco ratas hinchadas y llenas de larvas carroñeras yacieran casi desmembradas por su avanzado estado de descomposición. Unas más grandes que otras. Su peste era tal, que antes de abrir la tapa ya olía a muerte y en el primer vistazo provocaba la tos del vómito. Varias veces me embroqué pero no arrojé nada porque estaba en ayunas.

Frente a mí el origen de mi mal físico flotando en pedazos, sus hocicos abiertos me impusieron su dentadura al filo y los otros sedimentados en el fondo lo ennegrecían; su pelambre al tacto se esparció al igual que sus larvas gordas, blancas o amarillentas… Un espejo tornasol sobre el agua reflejaba el cielo y el vapor se reía de mí.

-¡Qué imagen!... ¡Nunca en mi haber!

Si yo no hubiere tomado de esa agua quizá mi reacción hubiere sido más fuerte o distinta, pero al subir inevitable fue la repulsión porque r e c o r d é. Recordaba el sabor del agua infestada en mis alimentos y en mi boca… Su aroma nítido. ¡Guácalaaaa! No obstante, el asco con todas sus palabras no fueron suficientes porque no aliviaba mi enfermedad ni la conciencia de las consecuencias: todos estos días nos habíamos cubierto de muerte.

En los días consecutivos lavar con cloro una y otra vez, limpiar tuberías o darnos un tratamiento especial no parecía el punto final. Todavía no sano y aparto la comida ordinaria… En la mente las escenas dando vuelta. Todo por postergar la corazonada inicial… “Algo andaba mal”… ¿Por qué no subes a ver el tinaco? ¿P o r q u é?

¿Responsables? Sí, aunque no decidimos cuántas ratas habrían de ahogarse… pero de no haberlo hecho, el tinaco podría ser mejor llamado cementerio.

-Y a menos que tú pienses distinto, algo así pasa en ciertas familias. Si observas con detalle, la desidia gana.

Todos hemos bebido agua de diferentes cadáveres. Quizá algunas se han bebido bestias completas porque a pesar del malestar y el deterioro, nos cuesta trabajal reflexionar qué es lo que nos está pasando, qué provocando daño o al contrario, a sabiendas de la causa “nada”. Culpamos a cualquiera por su fácil acceso, lo maquillamos o nos volcamos sobre nosotras/os sin piedad. Poco a poco por hacer “nada” la enfermedad domina… La cosa humana.

Tanto el problema como la solución en nuestras narices sin verlas. Aceptar las emociones tal cuales en la familia podría ser muy útil, aún fuera el más hondo odio maquillado de falso amor, aún un amor escondido en el más puro desprecio… cualquier demonio pútrido. Un poco menos de expectativas y un poco más de sinceridad. Aceptar cambiarlo, limpiarlo, sanearlo de una buena vez es un excelente paso.

Por ello en el hospital fuera de todo el caos habitual, espero Laura, tras tu primer intento suicida seas capaz de encontrar aquél o aquéllos decesos en tu tinaco que si bien estarán en su estado más álgido y corrupto, los encuentres antes de pasar al momento irreversible. Cuando ya no hay vuelta atrás. In límine.

Si no lo lograras tú o los demás, los voy a extrañar, porque sin agua limpia sólo se sobrevive, como peces en denso escabeche de múltiples venenos, pero con un único desenlace.

Uno muy, pero muy lento.

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