A V E C E S . . .

Ich es Mayäe / 05 de abril de 2008

A veces…

Te imagino una cápsula en cantidades extraordinarias de emoción; una dispuesta a explotar si se le provoca.

A veces te imagino volcán; uno retumbante porque está ahí.

A veces te imagino el cúmulo total de la energía del planeta lista para ser utilizada por el Universo…

A veces imagino implosión en ti…

Podría esa energía creadora, irradiar algún día a todo cuanto existe sin descartar nada, ninguna partícula, ningún signo de éter.

A veces me pregunto, ¿por qué tanto para mí?...

A veces…

A veces...

HUMANO, DEMASIADO HUMANO...


Nuestro paso por la vida en materia, deja huella...

Laura in límine.
Ich es Mayäe // Agosto de 2007

-Arriba de muchas familias, uno y hasta dos tinacos.
Otras utilizan tambos, cisternas, cubetas…
Algunas disponen de ríos, pozos o presas…-

De distinta manera estamos constantemente creciendo o asumiendo retos. Pero, en mi caso como el de muchos y muchas más, el más grande es mi familia. Es duro pero así es. Si bien verdadero, no sinónimo de odio pese a lo difícil de esa experiencia de encuentros y desencuentros. Es que yo ya me hastié de ese juego perverso.

La verdad estaba muy molesta con todos por la última reunión de Diciembre, pero ya no. Estoy tranquila porque a tiempo tomé una decisión. De hecho, quise confrontarme con Ella para explicarle algunas cosas y mi nueva posición, pero mi sorpresa fue mayor porque, vuelta a ese vivén de amor-dolor, el tema central no fui yo sino Laura. Con sólo 15 años estaba hospitalizada, incomunicada… “Intento de suicidio”.

-Qué noticia, no me sorprende.

A colación una anécdota…

Durante unas semanas o más, estuvimos percibiendo un olor extraño en el agua con la que nos bañamos y lavamos nuestros dientes, preparamos alimentos, lavamos las verduras y los trastes, la ropa. Sólo decía:

-El agua ésto u lo otro. El agua cada día peor; huele raro, indigno servicio de agua enlodada, bla, bla, blaaaa.

Ya había días en que la indigestión, los mareos, el dolor de cabeza y el malestar en el cuerpo eran incomprensibles. Vómito y diarrea. Me fui enfermando primero del estómago hasta que bajaron mis defensas: Mi abdomen hinchado. Me engripé. Ésta infección de la garganta no sanaba; a veces lloraba de un dolor indecible al pie de la cama ¿Quién me quiere hacer daño? pensaba… repensaba… ¿Servían las medicinas?

-¿Por qué no subes a ver el tinaco?
-¡No!, ve tú. Hoy no me siento bien… estoy enferma.
-¡Já! Y yo ¿por qué?... Yo también me siento igual.

Una mañana finalmente. ¡Adivina!…


Imagina, por al menos dos meses o quien sabe si más, estuvimos tomando agua de rata putrefacta. Pero no era sólo una, a siguiente vistazo se hicieron dos, muy despacio tres, después en lo inverosímil ya sumaban cuatro para que finalmente en el agua, cinco ratas hinchadas y llenas de larvas carroñeras yacieran casi desmembradas por su avanzado estado de descomposición. Unas más grandes que otras. Su peste era tal, que antes de abrir la tapa ya olía a muerte y en el primer vistazo provocaba la tos del vómito. Varias veces me embroqué pero no arrojé nada porque estaba en ayunas.

Frente a mí el origen de mi mal físico flotando en pedazos, sus hocicos abiertos me impusieron su dentadura al filo y los otros sedimentados en el fondo lo ennegrecían; su pelambre al tacto se esparció al igual que sus larvas gordas, blancas o amarillentas… Un espejo tornasol sobre el agua reflejaba el cielo y el vapor se reía de mí.

-¡Qué imagen!... ¡Nunca en mi haber!

Si yo no hubiere tomado de esa agua quizá mi reacción hubiere sido más fuerte o distinta, pero al subir inevitable fue la repulsión porque r e c o r d é. Recordaba el sabor del agua infestada en mis alimentos y en mi boca… Su aroma nítido. ¡Guácalaaaa! No obstante, el asco con todas sus palabras no fueron suficientes porque no aliviaba mi enfermedad ni la conciencia de las consecuencias: todos estos días nos habíamos cubierto de muerte.

En los días consecutivos lavar con cloro una y otra vez, limpiar tuberías o darnos un tratamiento especial no parecía el punto final. Todavía no sano y aparto la comida ordinaria… En la mente las escenas dando vuelta. Todo por postergar la corazonada inicial… “Algo andaba mal”… ¿Por qué no subes a ver el tinaco? ¿P o r q u é?

¿Responsables? Sí, aunque no decidimos cuántas ratas habrían de ahogarse… pero de no haberlo hecho, el tinaco podría ser mejor llamado cementerio.

-Y a menos que tú pienses distinto, algo así pasa en ciertas familias. Si observas con detalle, la desidia gana.

Todos hemos bebido agua de diferentes cadáveres. Quizá algunas se han bebido bestias completas porque a pesar del malestar y el deterioro, nos cuesta trabajal reflexionar qué es lo que nos está pasando, qué provocando daño o al contrario, a sabiendas de la causa “nada”. Culpamos a cualquiera por su fácil acceso, lo maquillamos o nos volcamos sobre nosotras/os sin piedad. Poco a poco por hacer “nada” la enfermedad domina… La cosa humana.

Tanto el problema como la solución en nuestras narices sin verlas. Aceptar las emociones tal cuales en la familia podría ser muy útil, aún fuera el más hondo odio maquillado de falso amor, aún un amor escondido en el más puro desprecio… cualquier demonio pútrido. Un poco menos de expectativas y un poco más de sinceridad. Aceptar cambiarlo, limpiarlo, sanearlo de una buena vez es un excelente paso.

Por ello en el hospital fuera de todo el caos habitual, espero Laura, tras tu primer intento suicida seas capaz de encontrar aquél o aquéllos decesos en tu tinaco que si bien estarán en su estado más álgido y corrupto, los encuentres antes de pasar al momento irreversible. Cuando ya no hay vuelta atrás. In límine.

Si no lo lograras tú o los demás, los voy a extrañar, porque sin agua limpia sólo se sobrevive, como peces en denso escabeche de múltiples venenos, pero con un único desenlace.

Uno muy, pero muy lento.

HABITANDO EL CÓSMOS SOMOS LUZ...

Habemos quienes para decir, preferimos contar cuentos...


¿Cómo llegaste áquí?
Por Ich es Mayäe //10 de octubre de 2007.


Muy de mañanita cuando apenas sale el sol y la luna aún no se esconde, un pájaro gigante tornasol de especie desconocida apareció en el azul profundo del firmamento. Venía al frente de una bandada inmensa con vuelo acompasado. Atrás de él, cantidad de gansos formaban arriba un triángulo. Graznaban fuerte después de las otras aves. Había de todos colores, de todos tamaños y lugares. De la montaña, de la playa, la tundra, la selva y la ciudad. Todas las especies conocidas y una que otra desconocida. Unos trinaban y otros como las golondrinas, daban vueltas de un lado a otro. Si se prestaba atención, por momentos producían un sonido suave muy parecido a Mayäe…

Lo más interesante hija mía, es que todos llevaban flores. Las fueron recogiendo de todos los sitios por donde pasaron y después de nueve vueltas, eligieron el punto más alto de la tierra. Ahí dejaron caer una a una. Entonces, un águila de cabeza blanca las acomodó con mucho cuidado para hacerte un nido. Era un nicho de pétalos, con aroma de todas las flores. Con él se perfumaron los aires del verano, del otoño, del invierno.

Al cabo de un tiempo, un chillido sordo anunciaba estar listo. Entonces, el enorme pájaro que muy pacientemente había esperado suspendido a vuelo de colibrí, depositó en el centro tu cuerpo pequeño como si libara en el ramillete. Todo ese tiempo te había escondido en su pico. Tu cuerpo muy quietecito permaneció tibio. Entonces, el águila parda, con fuertes aleteos despeinó tus cabellos. Sólo así emanó de ti el primer suspiro. Aspiraste hondo como si despertaras de un largo sueño y al abrir tus pequeñitos ojos, el sol y la luna se reflejaron. Uno en cada ojo. Uno a uno sonrieron.

En ese momento tú y yo finalmente nos conocimos y como en un parto, las dos rompimos el primer llanto. Tus pulmones le arrebataron al aire el grito de la vida. Mis lágrimas no dejaron de rodar mientras te acercaba a mi pecho. Mientras te miraba en completo silencio, con resonantes y profundas vibraciones -en un lenguaje sin recuerdo y claro-, el pajarotote tornasol me entregó la más grande encomienda de mi vida: la tuya. Tras un nuevo llanto, regresó mi voz y finalmente comprendí.

Desde entonces yo soy tu madre y tú ya cantas tu nombre.

Pero también me advirtieron tú pertenecías al universo y que sólo venías a mi vida por el tiempo de mi tiempo. Como eres un ave de hermoso plumaje con piel de niña, en un día de gloria te nacerán alas. Con ellas y por ti misma, regresarás por donde el majestuoso pájaro tornasol. También dijo tú elegirías cómo vivir; tus aciertos y tus errores; pero que sin importar cómo aprendieras o qué hicieras, sea muy pronto o muy tarde, todas las aves como tú volverán. Y como recordando una promesa, antes de tu regreso verás nuevamente, con un ojo a la luna y con el otro, al sol. –“Su sonrisa la llevarás por dentro y en reverencia, ambos besarán el corazón de tu madre que de a pocos simplemente dejará de latir en su cuerpo para pulsar en forma de estrella en lo más profundo del firmamento. Así podrías desde cualquier sitio donde estuvieras, verla y volver a ella, cuando quieras"-.

Esa es tu historia hija mía.

Esa es la historia de cualquiera.

LA FORMACIÓN DEL ESPÍRITU INVESTIGADOR

Presentación del libro
Historia de un pueblo. Relatos y costumbres de Zaachila. Vol III. Gerardo Melchor Calvo. 2009. Casa de la Cultura Oaxaqueña, México…

Por ich es Mayäe, 12 de Junio de 2009.

Muy buenas tardes…


Disfruté el tercer volumen de Relatos y Costumbres de Zaachila. Rompí en carcajada varias veces por las anécdotas de esas fotografías habladas. La verdad, no pude resistir el deseo de experimentar a su lado, ese tradicional y único jarabe zaachileño o ese sabroso y único coloradito con frijol blanco. Se antoja Zaachila por su riqueza y por su fandango. Gerardo Melchor Calvo, escribió bien “Los zaachilenses son muy celosos y amantes de sus costumbres, de sus tradiciones y su cultura… Las costumbres y tradiciones son parte de la identidad de un pueblo… Un pueblo sin tradiciones y sin costumbres, aunque la costumbre sea no tener costumbres, no vale nada…”

Me siento muy honrada porque los hermanos Gerardo y Jaime Melchor, me entregaron una tarea hermosa en su forma y difícil en su contenido, sobre todo porque Rubén Vasconcelos Beltrán, escribió para nuestro vecino, amigo y escritor Gerardo Melchor Calvo una presentación que bastaría para esta tarde. Rubén, con su muy particular estilo, cumplió el propósito. Por eso me preguntaba si hay algo más para compartir sobre este libro…

Sí, sí hay…

Ahora que ya se ha recolectado la historia oral ¿para qué más nos sirve además de preservarla y contarla?

¿Me permitirían sugerir de qué manera podría, esta información en forma de narrativa, ser sobreutilizada?…

En la recolección puntillosa de Gerardo Melchor, puede obtenerse algo más amplio aún y lo mismo con todas las obras que recopilan fragmentos de la vida cotidiana de México histórico. Algo más allá del rescate identitario a medias o de la tradición o la costumbre solamente.

Resignificar.

Vayamos a la causa, comprendamos los efectos…

Qué subyace a la matlazihua, a la carroza de la muerte, a los desencarnados, al ave negra, las brujas, al alma en pena, al perro negro, las monedas que aparecen de la nada o las almas, a los concheros, los rituales religiosos y un sin número de fenómenos posibles y reales que por inexplicables, pueden provocar la parálisis producto del miedo o la valentía de enfrentarse con lo desconocido.

Qué subyace al fandango, la fiesta o la violencia de los valientes antiguos… ¿por qué es que estos relatos se reproducen a lo largo y ancho de México con extraordinaria similitud?

Hay alguien aquí dispuesto a cruzar el umbral. ¿Alguna curiosa en la sala?

Esta obra en su conjunto, presenta invaluable la punta del Iceberg de un universo en paralelo. Una cantidad deliciosa de secretos por revelar y de momentos significativos para cada poblador de Zaachila sean divertidos o funestos.

Los relatos y costumbres en general, más que producto de la fantasía popular, en este libro, son un enigma. Información oculta en símbolos y códigos que ahora están en manos de nosotros Descifrarlos sí importa. La historia se resignifica cuando se pregunta para comprender y no sólo para describir cómo fueron o siguen siendo las cosas.

Resignificar, sugiere reflexión. Lo hemos hecho, sólo que de forma inconciente. La muestra la ofrece el mismo Gerardo al narrar cómo fueron retiradas algunas prácticas y creencias como: ¡Cuerda con los muchitos!. Costumbre extinta por considerarla cruel. Los latigazos y flagelaciones de semana santa o las prácticas de la pedagogía basada en la tortura. Ahora, “la letra con sangre ya no entra”. Los asesinos no soy valientes.

Resignificar, nos permite no sólo construirnos una identidad más completa, sino aprender de nosotras y nosotros mismos.

Quizá en un futuro, gracias a esta y otras recolecciones de historia oral se demuestre hay más dispuesto a nuestros sentidos y la realidad que un día nos provocó miedo, confusión o rutina, poco a poco se conviertan en simplezas de la cotidianeidad plena en posibilidades.

La historia siempre sirve para mucho más…

Y para no terminar como el chinchulín de este ejemplar, pongámonos la ropa al revés para entrarle al mundo de los espantajos y conocer lo que esconden las tradiciones, para que cada cual haga algo con esta valiosa mirada al pasado de un pueblo, entrañable, cambiante, rico… Zaachila… Zaachila, te llevo prendidito al corazón…

Para que cada día, comprendamos mejo por qué soy como soy y mi identidad finalmente esté mejor estructurada.

Muchas gracias Gerardo, Jaime, a la autoridad del pueblo y a ustedes por su atención.

OAXACA

De sus hechos y sus cosas... Hay tanto por decir...

No hay pureza; no inocentes ni culpables.
Por Ich es Mayäe / 27 de Noviembre de 2006

I.
Todos saben de dónde viene ese tipo de desprecio por Oaxaca. Se quemaron símbolos como la vez de los porros con el paraninfo. Huele a cloaca todo el tiempo; pero también a jazmines por los muertos; luego a rosas por aquello del lecho en el que se postró la historia de unos pies desnudos. Huele a todos los aromas.

Y no se puede defender a los APPOS totalmente, porque en el pecado llevan su propia penitencia. Son pacíficos en el discurso, en los hechos ya no se supo. Sus falsos líderes han sido rebasados; muchos aliados comprados. Los porros hicieron de las suyas en su nombre. Los daños poco a poco son irreversibles porque no se están quedando en los edificios, en los autos… Los policías heridos; los manifestantes desaparecidos, acallados; los olvidados sin sus muertes esclarecidas. Cualquiera es la cuna de la sospecha, la zozobra, la tensa calma. Una tras otra las torpezas de los funcionarios y sus servidores… como si no les conociéramos. Como si no supiéremos quiénes son; sin respondernos primero quiénes somos nosotros y por qué actuamos cómo si no supiéremos cuál es nuestra responsabilidad y las razones de tal división social.

No hay garantía. Ningún inocente puede jactarse.

II.
La gente en sus autos parece con prisa. Todos quieren llegar antes porque no saben si es un appo o un federal quien lanzara la primera piedra, gas o cohetón. Cualquier tumulto de autos, camiones o gente hace levantar los cuellos, ver de un lado al otro, supervisar a los miembros acompañantes para confirmar no ha desaparecido alguno pero lo que encuentra es complicidad. A la cueva, por no decir casa, rapidito. Pero ninguna casa en ninguna parte es segura, principalmente porque no somos suizos para tener en cada hombre un soldado y en cada casa un refugio antinuclear.

–Que vengan y se los chinguen, ¡bola de cabrones!.Ya estamos hasta la madre… Un tipo en su auto lo dice, una señora bien vestida le acompaña callada.
–Si se meten a mi casa, me los chingo. Yo si no me ando con pendejaditas de piedritas y gases… Continúa.

Está molesto es evidente ( … ). Pero como dice el refrán “del plato a la boca, se cae la sopa”, porque ningún “civil” ha sacado la pistola aún. Esa adquirida recién por si las moscas o para darse valor, tal como funcionan los fetiches de fe. Uno bastante para salvaguardar el patrimonio o la vida con su sola presencia. Y todavía la TV (azteca preferentemente) para terminar de encender la furia de los pistoleros anónimos y las víctimas; en primer plano, una anciana desolada llora por las pérdidas en su casa del mero centro.¡Pobre abuelita en silla de ruedas! ¡Pobre el patrimonio de la humanidad! ¡Oaxaca es víctima del mal!

En recompensa, el gobierno sin duda aligerará sus penas, repondrá los daños… Así como hizo en un ratito en las calles: limpió con agua y escoba para decirle al mundo… – “En Oaxaca, no pasa nada”… -¡Un coletazo más fuerte en mi nombre! -Nomás quiero justificar ¡La pureza de la ley!

III.
Ahora, los federales bien dotados portan sus armas al frente. Las agarran bien fuerte como si fueran la extensión de su miembro. En él se sostiene la seguridad. Los uniformados andan sueltos y también van de prisa, rechinan las llantas en los rondines. En grupos de cuatro o cinco, bajo efectos de tan excitante hormona, no pueden más que complacer sus sentidos.

-¿Cómo te llamaaas?, -¿A qué te dedicaaas? -¿Abre la mochilaaa?. Sacan el pecho. Hacen montón para cuestionar a una pareja. Se lanzan sobre él. Sumiso el muchacho, contesta con voz suave, cabizbajo. Cualquiera es sospechoso. Cualquiera es intimidado si anda a pie, viene con amigos o portan paquetes. (Eso sí, no detienen ningún carrazo ni a gente de buen ver)… Pero, les gusta, les alimenta, jadean. Miran de reojo para un lado u otro como si cuidaran de no ser vistos, porque a pesar de todo perciben no sólo mi mirada, sino de los muchos quienes al pasar ligeritas o ligeritos, fingen no ver.

-¿Miedo yo? ¡Para nada!. Dicen.

Para la hombría institucional llegó el momento de jugar al juego del todo poderoso. Ya tienen el permiso de cobrarles canicazos, corretizas, golpes e insultos vivos a toda esa bola de alzados. En recompensa, las chicas estarán dispuestas a tratarlos mejor. No sólo les llevarán más agua; si pueden se quedan pa’ desayunar o por qué no, algunos están bien chulitos y como que no quiere la cosa, en un ratito ¿No es cierto?... Pues si los españoles nos heredaron las carnes blancas, pues otro poco no le hace mal a la raza y si están morenos, con que estén grandotes basta.

IV.
Ahora Oaxaca, se acerca muy rápido a la época del circo romano después de una masacre. Entre más sangre más agitados los espectadores. Los instintos exigen su lugar en el mundo. Los y las puritanas sólo aplazan emerger tal y como son. En los conflictos como estos, cuando se descomponen por completo, emergen todo tipo de perversiones desconcertantes… nos asustan como si éstas no provinieran de nosotros. Las bajezas de noche son pardas.

No somos muy distintos ni los unos ni las otras. Vivimos en un sistema harto desgastado. En un mar de supuestos, percepciones, preferencias, diversidad fragmentada, ideales superados por la propia cotidianeidad. Todo sostenido en una educación paupérrima, aún la de paga, porque no está diseñada para hacer personas libres y dignas sino engranes sin capacidad de saberse. Todo es normal y la memoria no existe. Ya le arrancaron las razones menos míticas y la cambiaron como cambian la constitución. No a la libertad de pensamiento, de organización, de expresión. No al desarrollo justo, más sostenido, más responsable, más común. ¿No entiendes? Como estamos, estamos.

En Oaxaca no hay pureza; no inocentes ni culpables. Hay una bola de ciudadanos quienes todavía no saben bien a bien qué tipo de vida prefieren en su mayoría. No hemos aprendido a decidir por nuestro futuro y la lección que avecina, no será fácil de aprender.

Y si aprendimos a sostener algo más que la mirada, allá nos veremos las caras.

DESPERTÉ

Un viaje a lo onírico.

Utoppía.
Ich es Mayäe

Vine a platicarte un sueño…

Tras un viaje de mochilero, sobre las vías llegaste hasta donde yo estaba. Venías con sed y en desaliño. Podía ver al horizonte desde el sitio donde me encontraba y eso parecía una tarde caliente y árida. Te vi llegar recostada en una pequeña cama de sábanas blancas. No dijiste palabra, excepto cuando desnuda te hice un lugar en mi lecho. Muy triste dijiste -qué más da. Luego te introdujiste en mí. No fue un acto erótico pero sí un momento muy emocionado. No quería ni moverme, la perdería.

Atrás, Ella, a unos pasos en completa solemnidad me dijo -ya es hora. No quise levantarme antes de explicarte que no podría vivir contigo. Rocé tu rostro con suavidad. Mi corazón latía a gran velocidad por ti y me levanté buscando mis cosas. Hablaste mientras te vestías –recogí una planta del camino. Era silvestre más parecida a una penca de piña color paja, más parecida a un agave pero tupido en hoja y sin espina. Una planta color tierra que más bien era fea porque parecía seca, casi muerta. Le hiciste un hoyo para dejarla afuera. Brotó al tiempo. En la mochila había más. La pensé como una plaga inextingible.

Luego, en puntitas salí cubriéndome los senos mientras mi madre observaba quieta. Yo parecía niña de contenta mientras cruzaba por el pasillo con mis prendas. Un pudor leve me recorrió el rostro. Ya me iba…

Así desperté y diez años han pasado después de eso. Otros sueños fueron y vinieron…

Vaya espera, una construida con horas de apoco a poco, mi utoppía:

¿seré madre algún día?